domingo, 25 de abril de 2010

Cuando no queda más

La sociedad civil cubana ha sacado de quicio al gobierno castrista. Lo tiene acorralado. Lo ha obligado a mostrar su esencia violenta y represiva.
El gobierno quizás crea tener el control pero lanza golpes a ciegas y mientras aporrea, insulta, encierra, en vez de doblegar, más resistencia y gallardía genera en la sociedad civil. Es la oposición quien está a la ofensiva.
Las expectativas de un Raúl Castro pragmático, aperturista se han volatilizado. Eso fue un sueño de teóricos, de gentes de buena fe. El pueblo lo sabía de antemano. No se dio tregua para soñar. El monstruo de las precariedades estaba despierto. Los ramos de olivo se marchitaron a la vista de todos. Los anuncios de cambios estructurales fueron cantos de sirenas. La supuesta flexibilidad ha devenido recrudecimiento del legado de su antecesor.
Una somera inspección por su período de gobierno es una friolera de negaciones a todo lo esperado. El gobierno de Barack Obama extendió la alfombra y dio los primeros pasos. El gobierno cubano volvió a arrollar la alfombra y reculó hasta las más viejas trincheras. España quiso apostar por el relevo y sus elegidos carenaron en la oscuridad de la defenestración. La Unión Europea intentó dialogar y descubrió que sus palabras chocaban con la sordera heredada por el nuevo gobernante.
¿Qué hacer? Entre explosión social y tanques en las calles podría dirimirse la encrucijada. Un gobierno, establecido hace 51 años por medio de la violencia, y sostenido durante medio siglo por la violencia, tiene como credo sólo la violencia. Frente a los intentos de acercamiento de James Carter, quien estableció las Oficinas de Intereses de ambos países en La Habana y Washington, permitió las visitas de la comunidad cubana a la isla, ayudó a Cuba y México a negociar sus fronteras marítimas, recibió a cambio el masivo éxodo de Mariel.
Bill Clinton, quien en su política de mejoramiento de la relaciones, se negaba a firmar la Ley Helms Burton y propició como nunca antes el intercambio académico y cultural, tuvo en pago el derribamiento de dos avionetas civiles de Hermanos al Rescate y la Crisis de los Balseros.
Barack Obama, quien propuso una línea de diplomacia directa con amigos y enemigos, además del calificativo de cínico endilgado por el Reflexionante en Jefe, ya lleva la desvergonzada propuesta de intercambiar opositores pacíficos encarcelados en Cuba por espías cubanos encarcelados en Estados Unidos y la detención en La Habana de un ciudadanos estadounidense, al que todavía no le han brindado acceso consular, y por el que habrá que esperar una propuesta más desvergonzada aún.
La espiral de represión desatada en el último año, podría decirse que también responde a la intentona de acercamiento de la administración de Barack Obama, pero sería un análisis parcial, aunque no desacertado. Es cierto que el gobierno cubano no quiere negociar con la Casa Blanca porque eso, a mediano plazo, sería el inicio de su remodelación, pero lo verdaderamente cierto es que el gobierno cubano con quien no está dispuesto a negociar es con el pueblo cubano porque eso sería su pérdida definitiva. Y es frente a ello que reprime, aterroriza, escarmienta. No tiene otra alternativa. Cárcel contra los opositores. Turbas contra las Damas de Blanco. Golpes e insultos contra los blogueros. Muros contra las ideas y la convivencia. Hambre, desaliño, desmoralización, emigración contra la sociedad en general. Eso es insostenible cuando no queda más.

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